miércoles, 26 de diciembre de 2012

Dinamita, mierda e inmortalidad cuántica ('m' en La Nueva España y en Propera Parada: Cultura)

Encuentro dos reseñas nuevas de m y esto empieza a convertirse en el blog que nunca quiso ser. Es decir: un ejercicio de autobombo y de mirarse mucho, mucho el ombligo.

Se trataba, en un principio, de ofrecer algo más, un contenido extra, como en los viejos DVD en los que venían también algunas tonteriítas de regalo: escenas descartadas, entrevistas con los actores, los comentarios del director, etc.

Tenía incluso una larga lista de ideas.

Pero ya se ve que no.

Quizá más adelante.

De momento, las reseñas.

La primera la firma Jesús Cuenca Torres en Propera Parada: Cultura. Habla de Magritte y El hijo del hombre, habla de boceto hiperrealista y pone MIERDA así de grande y contundente, todo en mayúsculas.

Está aquí.

Eugenio Fuentes en La Nueva España utiliza varias veces el verbo DINAMITAR y a mí eso me mola. Me mola más todavía viniendo de Asturias, que es donde yo debería empezar 2013. Menciona además la palabra TETONCÍSIMA y eso casi me vuelve loco. Pero loco para bien.


Lo de la dinamita me ha recordado a Tremendous dynamite, esta bonita canción:


Me he pasado toda la mañana escuchándola y escuchando otras canciones de Eels.

Entre eso y que he tenido que contestar un mensaje de la entrada anterior, me he acabado poniendo nostálgico y tontorrón.

Me he acordado de hace mucho, mucho tiempo, y de Cosas que los nietos deberían saber, la biografía de ese señor con barba que canta y dice que es el hombre lobo.

Tiene gracia porque su padre es el que tiene la culpa de todo.

O casi.

Su papá, el papá del señor barbudo, fue Hugh Everett III, el primero físico que planteó, dentro de la mecánica cuántica, la existencia de infinitos universos paralelos.

Pero nadie se lo tomó en serio.

Así que dejó la física teórica y se puso a trabajar para el Pentágono. Ayudaba a fabricar armas nucleares.

Su vida aún iba a dar un último giro. Abandonó la administración pública y montó una empresa de informática. Se hizo multimillonario.

Bebía demasiado y no paraba de fumar, comía como un auténtico cerdo.

Un buen día reventó en su dormitorio. Su hijo barbudo y cantante fue quien encontró el cadáver.

Podríamos simplificar y decir que se sentía frustrado por no haber conseguido el reconocimiento como científico que merecía.

Pero no, a partir de los años 70, se le empezó a tomar muy, muy en serio, a él y a su teoría de los infinitos universos paralelos.

Lo de Hugh Everett III no fue un suicidio diferido.

A Hugh Everett III le daba igual morir. Prefería fumar, beber y comer. Sabía que de hecho ya había muerto miles, millones de veces antes, pero que aún seguía vivito y coleando en un número infinito de universos muy parecidos al nuestro. 

Hugh Everett III creía en la inmortalidad cuántica.

m también.

m es una historia de universos paralelos.

Nunca está de más insistir en esa idea:

sábado, 22 de diciembre de 2012

Mister Danger: 'm' en El Cultural y en La Razón

Ayer al final no se acabó el mundo, aunque el jueves yo creía que iba a ser que sí y hubo que celebrarlo en bares que tenían una bonita m roja en la puerta:


El jueves también apareció una reseña pequeñita pero entusiasta de m en La Razón:


Y ayer El Cultural de El Mundo publicó una gran reseña de m, grande porque ocupaba casi una página:


No voy a comentar ni responder a las críticas o las reseñas, en general.

Sólo daré las gracias.

Primero porque me parece que no tiene mucho sentido lo contrario y suele ser bastante pesado, segundo porque tampoco hay demasiado que decir al respecto y tercero porque yo soy muy bien educado.

Me reservo, eso sí, el derecho a responder en cualquier otra ocasión que considere oportuno.

Sólo comentaré en este caso, porque me hizo mucha gracia, que tanto A. Rojo como Ricardo Senabre mencionan las palabras "riesgo" y "peligro" al hablar de m.

Halagó mi vanidad y salí a la calle a celebrarlo otra vez con este vídeo de Chávez en la cabeza:


Acababa de convertirme en Mister Danger.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

La librería Atlántida de Granada, Gallardón y el dolor

El mismo, mismísimo día, en el que Gallardón ha dicho en la Cope (sí, la Cope) que gobernar en ocasiones es repartir dolor (sí, dolor), una librería de Granada, la librería Atlántida, ha publicado una bonita entrada en su blog recomendando 'm'.

Dice cosas como éstas:
¿Cómo describir esta novela? Todas las personas que conozco que la han leído usan diferentes libros para referirse a ella. Yo, como autor de este blog, intentaré enumerar los nombres que a mí me evoca. Haruki Murakami, Raymond Chandler e incluso Carlos Fuentes. Todos esos autores parecen confluir en las páginas de m. y eso es algo muy bueno para el lector. Se trata ésta, de una obra que no se puede explicar en una breve entrada del blog por ser de una tipología tan especial. De todas formas, será difícil que una novela sea tan evocadora y a la vez tan extraña como esta m.
Gracias, gracias, gracias.

El resto está aquí.

Durante años me dediqué a entrevistar a libreros de Madrid, hasta uno por semana. Les pedía que me recomendaran libros y siempre volvía a casa con uno o dos títulos en la cabeza, uno o dos descubrimientos que jamás hubiera conocido de otra forma y que rara vez me fallaron.

Los libreros no son meros tenderos. Ni mucho menos ministros.

Los libreros reparten sugerencias y criterio.

El día que la industria editorial muera, lo sentiré, sobre todo, por ellos. Son una de sus piezas más valiosas y también la más frágil.

Y mientras, aquí en Madrid, seguiremos pagando las deudas que la megalomanía de Gallardón nos ha dejado.

Y soportando a su sucesora, la señora Botella, que se ha empeñado, como su exjefe, en repartir dolor, mucho, mucho dolor.

Lo de Gallardón y Botella viene a cuento también por una cosa que dice la librería Atlántida en su blog.

¿Queréis saber algo sobre mi próxima novela?

Va justo de eso: de gente que se cree que está por encima del bien y del mal, que el dolor a ellos no les afecta y hasta que pueden infringirlo impunemente a los demás. Pero se equivocan, claro.

Y no, esta vez no aparece ninguna importante política madrileña o de cualquier otra parte. Tampoco Gallardón o similar.

Aparece un falso filósofo, una reína muerta y un verdugo. Pero eso es en la segunda parte.

A ver si me pongo y consigo rematarla.

Gracias, gracias, gracias, librería Atlántida de Granada.

Gallardón y Botella, Fuck the pain away:


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